El tenis analizado como si fuera una película

La pasada edición de Roland Garros 2021 tuvo un encuentro en semifinales entre Nadal y Djokovic que fue trepidante y que me gustaría analizarlo, pero no desde el punto de vista deportivo sino como si fuera una película. El partido duró más de 4 horas, pero la clave estuvo en el tercer set. Un bloque que duró 92 minutos y que mostró giros sorprendentes hasta su conclusión. Como si de una película se tratara voy a desgranarte su estructura y ver los puntos que hicieron de este partido no solo un derroche de virtuosismo deportivo sino también de entretenimiento.

Para que una historia se lleve a cabo es necesario un conflicto y un conflicto se da cuando alguien quiere algo y encuentra un obstáculo para conseguirlo. Esta es la esencia de toda historia.

Sin conflicto no hay historia.

En un partido de tenis, dos deportistas que conocen de manera excelsa la técnica de su profesión tienen un objetivo claro: Vencer a su rival para poder ganar el partido. La rivalidad es inherente a cualquier deporte, pero en este caso se acentúa aún más al ser uno contra uno. Los espectadores/seguidores/fans apoyan a uno de los dos contrincantes y vibran en cada uno de los puntos. En una historia es fundamental saber con quién vamos y desde dónde miramos, porque así el objetivo lo tendremos más claro y sufriremos y disfrutaremos con mayor intensidad a medida que vayamos avanzando en la trama.

Tenemos que identificar quién es el protagonista, al que vamos a acompañar y con el que vamos a mimetizarnos, al igual que también tenemos que saber quién es el antagonista o las fuerzas que nos impiden conseguir nuestro objetivo. El antagonista existe en la historia para desear lo mismo que el protagonista pero desde una perspectiva oscura. Si el punto de vista de un contenido está del lado del antagonista los espectadores entenderíamos su postura y querríamos que este cumpliera su cometido, por lo que ya no estaríamos hablando de un antagonista sino de un protagonista. Un claro ejemplo podría estar en la película de Joker de Todd Phillips.

Joaquin Phoenix como el Joker

Volviendo al partido de tenis, tenía claro desde el punto de vista que quería mirar: iba con Nadal. El antagonista Djokovic sería el peor de los monstruos finales a los que se podía enfrentar nuestro héroe.

Analizando la estructura del tercer set me doy cuenta de que estamos ante una fórmula básica del entretenimiento, la estructura clásica de los tres actos de Aristóteles. El filósofo griego expuso en su Poética hace más 2400 años que organizamos las historias en tres partes: principio, medio y final, consiguiendo así una unidad sólida que puede ser recordada como una historia única e individual.

Estructura en tres actos

El set duró 92 minutos la misma duración que tienen de media los largometrajes comerciales. Los primeros cuatro juegos fueron de tanteo, ahí estuvimos viendo intercambio de golpes de calidad durante 18 minutos. Podríamos denominarlo el planteamiento.

El propósito del planteamiento es proporcionar la información básica que necesitamos para que la historia comience: ¿Cuál es el estilo? ¿Quiénes son los personajes principales? ¿De qué trata la historia? ¿Dónde tiene lugar? ¿Es una comedia, un drama, una farsa, una tragedia?

Linda Seger (Cómo convertir un buen guión en un guión excelente)

Con el marcador igualado, 2-2 entramos en el segundo acto con el primer punto de giro. Djokovic le hace un break al servicio de Nadal y se coloca 2-3 poniéndose en ventaja. Al siguiente juego Djokovic saca para consolidar el break y así dejar tocado a nuestro protagonista, pero sucede un nuevo beats en la historia: Nadal después de pelear durante 9 minutos le rompe el servicio e iguala el partido 3-3. La tensión es máxima, disputan cada punto como si fuera decisivo. Nadal saca para tomar de nuevo la iniciativa y ocurre otra noxa inesperada en el argumento, Djokovic gana el juego en tan solo 9 minutos sin ceder un solo punto, lo que se conoce como juego en blanco. Djokovic saca y tras 10 minutos consolida por fin el break y poniéndose 3-5, a tan solo un juego de ganar el set.

Entramos en el tercer acto de nuestra película. Llevamos 50 minutos, nuestro protagonista tiene que luchar contra todo, incluido lo más importante el factor psicológico. Cuando parece que todo está perdido Nadal gana su juego 4-5 y tiene que hacerle un break a Novak para seguir vivo. Y mágicamente esto sucede. La historia camina hacia su clímax, a los 60 minutos de partido Nadal iguala la contienda 5-5, después de deambular por las oscuridades de la caverna más profunda como diría Christopher Vogler en El viaje del Escritor. Nadal ha recuperado el elixir y consigue ganar su juego 6-5 quitándose por primera vez la sensación de ir en la retaguardia. El próximo juego supondría la victoria después de una larga odisea. A los 70 minutos, llegamos al clímax, Nadal consigue posicionarse a tan solo un punto de llevarse el ansiado set. Pero el antagonista serbio, se resarce y gana su servicio forzando el partido a la batalla final, el Tie Break.

El viaje del héroe (Christopher Vogler El viaje del escritor)

Exhaustos se enfrentan a una especie de muerte súbita (concepto entendido en el mundo del deporte como quien falla pierde). La tensión se mantiene durante 12 minutos, en un guión canónico sería una resolución un tanto larga pero tratándose de un evento deportivo exprimió hasta el último marcador posible, haciendo que la batalla fuera aún más épica. Finalmente, Nadal salió derrotado en el tercer set y ese hecho le costó posteriormente el partido. Nuestro protagonista no consiguió su objetivo: ganar, pero luchó con todo por conseguirlo.

Cuando escribimos un guión tenemos que dotar a nuestra historia de giros que la empujen hacia su resolución, por eso es fundamental saber cuál es el propósito de nuestra narración. En los eventos deportivos de este calibre suceden estructuras azarosas que juegan con las emociones continuamente y que juegan con la incertidumbre aunque parezcan escritas por el demiurgo, un ingrediente fundamental para sorprender y atraer a la audiencia. Construimos las historias de una determinada manera desde hace milenios, y en la actualidad, esas estructuras se ven resentidas por la previsibilidad debido a la gran cantidad de contenidos que consumimos en todos los formatos. Por eso es bueno ver en un partido de tenis elementos que nos puedan refrescar y servir para nuestros futuros trabajos.

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